Quien de nosotros no conoce la palabra cerámica, palabra que nos rodea en nuestro medio desde siempre. Pero quien conoce la cerámica realmente, sabe que no es una simple palabra, sino que es sinónimo de plenitud, goce, relajación, exploración y porque no, de nuestro ser más profundo, aquel que no tiene limites al momento de expresar todas las emociones que le son propias al ser humano.

   Quien toma contacto con este material tan noble se siente inmediatamente atrapado, cual pequeño modelando con masa, juega, descubre  y comienza así a disfrutar de sus maravillosas creaciones producto de tan inexplicable experiencia. Creaciones únicas, propias, que pertenecen a un momento y a una etapa de ese desarrollo que cada persona tiene.

Palabra China (no Japonesa) que significa “placer, goce interior”, con que se designa a un tipo de cerámica de origen coreano, llevada a Japón en el siglo XVI por Chojiro, un ceramista oriundo de Corea, provincia cultural China por entonces. A este ceramista le fue conferido por las autoridades japonesas un sello-emblema con el jeroglífico RAKÚ, escrito en chino, después de lo cual la familia de Chojiro adoptó dicho nombre y sello como propio. Así nació la tradición de la cerámica RAKÚ, por el nombre que adoptó la familia que la fabricó en Japón durante siglos, desde Chojiro hasta sus descendientes.

   El Rakú es un mundo dentro de la cerámica. Como toda técnica de raíces auténticamente populares, es cerrada en sí misma, o sea autosuficiente, pues encierra y describe todo el ciclo cerámico: obliga a la preparación de la propia pasta y del propio esmalte, a confeccionar la pieza, a esmaltarla, a hornearla.

    Por lo tanto, es integradora por excelencia; formativa en grado sumo pues enseña el oficio total, y gratificante como ninguna, porque hace sentir la fuerza de la arcilla, la magia del esmalte, la emoción de la horneada y la alegría de poder crear una forma y de darla al mundo con nuestras propias manos.

   Nuestras  clases están orientadas a desarrollar íntegramente  la capacidad de expresión que cada ser humano tiene. Es así que, a partir del contacto y del descubrimiento de materiales tan nobles como la arcilla nuestros alumnos disfrutan y desarrollan ampliamente sus experiencias y conocimientos.

   Los miembros de cada grupos, compuestos por no más cinco personas, desarrollan actividades en las que no sólo se nutren de sus exploraciones ,sino que también construyen su conocimiento a partir de las experiencias que cada uno aporta.

   Cada proceso de aprendizaje es único, por lo cual el curso se adapta al alumno  respetando sus tiempos e inquietudes.